LOS CUENTOS DE VISOR MÁGICO - EL PEZ CABALLERO - BY LE MAM

 

EL PEZ CABALLERO


Erase un hermoso día de primavera. El sol brillaba tan fuerte que sus rayos de luz penetraban las aguas del océano inundándolo con su resplandor.


Todos los habitantes del mar estaban felices y ansiosos, pues a las primeras horas del alba los pregoneros anunciaron el feliz acontecimiento:


Júpiter, el Gran Dios de los mares tenia una nueva princesita, por ello, dio orden de decorar su palacio con maravillosos corales, recogidos en los cinco continentes. De los dos lados de la gigantesca escalera, se colocaron medusas fosforescentes con el fin de iluminar el camino que conducía a los aposentos reales.


Todos, absolutamente todos, querían ser los primeros en ver a la princesita.


Una fila interminable empezó a formarse, y, con alegría en los rostros, comenzaron a subir, con mucho orden y respeto ya que los hipocampos, guardianes del palacio se mantenían en fila, bien alineados, imponiendo disciplina a todo aquel que lo necesitase.


La princesa era preciosa! Blanca como marfil y sobre sus delicadas escamas reflejos plateados terminaban su atuendo. La esposa de Júpiter la presentaba en sus brazos bien alto, muy orgullosa de tanta belleza.


Mientras tanto, en una dependencia, situada en la planta baja del palacio, casi al mismo tiempo, otro feliz hecho se realizo. Un pececito rojo y gris, vio por primera vez el rostro emocionado de sus padres. Eran el consejero de Júpiter y su esposa la mejor amiga de la reina. Que lindo es nuestro hijito!, dijeron al unisono.


En el ambiente se escuchaba mucho ruido y toda clase de exclamaciones admirativas. Oh, Ah, que preciosidad!!! Tanto alboroto acabo por despertar al pececito rojo y gris, El, curioso, preguntó a sus padres:


Que ha pasado?? Como hay tanta gente aquí??


Pues cariño mío, el caso es que casi al mismo tiempo que naciste tú, la esposa de nuestro querido rey Júpiter ha dado a luz otra princesita.


Quiero verla, quiero verla!! dijo el pececito rojo y gris.

Bien, no te excites, ahora mismo iremos a presentarles nuestros mejores deseos y felicitarles.

Que bien!! Respondió el pececito.


Como conocían muy bien el palacio, penetraron por una puerta secreta, que daba directamente al salón de la presentación.

Cuando entraron, la princesita abrió sus ojitos y sonrió al pececito. Ya no quería ni los brazos de su madre, ni las caricias de su padre. Y.... Como una flecha se lanzo hacia el pececito. Los dos bebés jugaban dando vueltas y mas vueltas el uno alrededor del otro, y reían, reían..... Que felices eran!!


Hablando muy bajito, para que nadie la oyera, la princesa dijo al oído del pececito: Salgamos de aquí y vayamos a visitar todo el reino de mi padre.


El pececito casi no se atrevía, pero la princesa insistía tanto y tanto, que al final se fueron los dos, sin que nadie los viese.


Pasados unos minutos la reina pregunto a Júpiter si había visto a su hija. No le respondió Júpiter. El consejero que estaba a su lado, desamparado se exclamó. Mi hijo también ha desaparecido.


Rápido, rápido, mi guardia personal!!

Doce peces-espada completamente armados se presentaron rápidamente ante el rey.

Júpiter ordenó:


Marchen inmediatamente a la búsqueda de la princesita y del pececito rojo y gris. Buscad por todas partes y hay de vosotros si no los encontráis!!


Mientras tanto los dos pececitos, inconscientes se alejaban cada vez mas del espacio asegurado del palacio. De pronto sintieron una corriente helada y poderosa que les golpeaba sin piedad una y otra vez. El pececito rojo y gris hacia esfuerzos inmensos nadando a contra corriente con la princesa detrás de el, para protegerla. Estaba tan ocupado que no se percató de la presencia de una ballena, la cual de un golpe se los tragó.


Que obscuro hace aquí dentro !– se lamentaba la princesita.

No te preocupes princesa, quedate a mi lado. Tu no te das cuenta, pero tu vestido de escamas plateadas nos procura luz suficiente, para saber donde estamos.


Que es eso. Que pasa??


La ballena se había puesto encima de un banco de sardinas, tragándose todas cuantas podía, acompañadas de litros de agua y multitud de algas.


Que mal huele! Yo quiero volver al palacio! Aquí hace frío y huele cada vez peor!

Quiero irme, quiero irme!!!

Pececito haz algo por favor! Y la princesita se echó a llorar.


Por favor no llores princesita, seguro que nos están buscando y pronto nos encontraran!!

Pero no había manera. La princesita siguió llorando desconsoladamente.


La guardia privada de Júpiter volvió al palacio muy tarde. Era noche cerrada y todos estaban temerosos porque no habían encontrado a la princesa.


En cuanto dieron parte al rey de que no habían visto rastros de la princesa, Júpiter se enojo muchísimo, su cólera fue tan grande que empezó a soplar con todas sus fuerzas y olas enormes comenzaron a formarse en el océano.


Sois unos inútiles!, gritaba a la guardia de peces-espada. No valéis para nada!

En el calabozo tendría que meteros a todos!


La guardia de Júpiter, cabeza bajada (cabizbaja), no se atrevía ni a respirar. Estaban todos muertos de miedo, conocían muy bien la cólera de su rey.


Mientras tanto, hurgando en el vientre de la ballena, el pececito rojo y gris se dio cuenta de que un poco mas hacia arriba, cerca de la cabeza de la ballena, de vez en cuando aparecía un poco de claridad. Curioso, moviéndose con mucho cuidado, siempre con la princesa detrás suya, protegiéndola como si él fuese un escudo.


Esperemos aquí princesa, quiero que veas algo. Unos segundos después, la ballena se vació de su agua sucia y entonces los dos vieron esa especie de chimenea por la cual, quizás pudieran escaparse del vientre de la ballena.


Los pececitos casi desesperados no sabían como hacer. Hacía tiempo que no veían ninguna claridad en la chimenea de la ballena, pero el pececito rojo le dijo.

Mira, tengo una idea. Vamos a colocarnos allí arriba, cerca de la chimenea y le haremos cosquillas hasta que se abra.


Tu crees? Dijo la princesa.

Si, respondió el pececito rojo y gris. Pero tenemos que hacerlo los dos al mismo tiempo, así la ballena estornudará y nos echará muy lejos a los dos.


Los dos pececitos, muy concentrados empezaron a cosquillear a la ballena alrededor de su chimenea. Esta se puso a dar golpes de cola por todas partes. Los pececitos, medio mareados siguieron con el cosquilleo y por fin la ballena dio un estornudo tan potente que los pececitos fueron lanzados como cohetes muy ,muy lejos.


Cuando cayeron en el agua, estaban muy extrañados.

Que cosa mas rara pececito, dijo la princesa. Este agua no sabe lo mismo. A ti, que te parece?

Tienes razón princesita, es sosa, sin gusto ninguno!!


Al oír esto la princesa, se puso de nuevo a llorar. Nos vamos a morir, nos vamos a morir!!

Ya no veré nunca mas a mis padres! Yo no quiero morir! Haz algo pececito, haz algo!!


Descuida princesita, ahora mismo lo pienso.


En el océano, Júpiter desesperado, no hacía más que gritar, formando olas gigantescas, llenas de una masa de espuma imponente. Su gran tridente se hincaba una y otra vez en el fondo del mar, ocasionando un ruido monstruoso.


Tanto oleaje, tanto trueno, alertaron al azor Morgano, que junto con Zoe, la lechuza blanca, contemplaban ese espectáculo que les parecía de lo mas insólito.

Una de las olas fue tan enorme que su espuma les salpicó. Entonces vieron a Júpiter lanzando con gran fuerza su tenedor, provocando la fuerza del viento y del agua.


Morgano, no crees que deberíamos concentrar nuestra magia para calmar a Júpiter?

Si Zoe, tienes razón. A la de tres empezamos.

Una... Dos y.... tres.


Los poderes mágicos de las dos ninfas, calmaron un poco a Júpiter. La ninfas se acercaron a la superficie del agua del océano y sobrevolando, preguntaron a Júpiter.

Porqué tanta rabia Júpiter??

Alguien te ha desafiado?

No respondió Júpiter. A mi nadie se atreve a desafiarme, soy demasiado poderoso!!

De acuerdo, entonces quieres decirnos que pasa??


Mi bebé, mi princesita ha desaparecido, junto con el pececito rojo y gris.

Hace mucho tiempo?

Dos días y dos noches respondió Júpiter.

Quieres que te ayudemos a buscarlos??

Oh si, muchísimas gracias!!


Ten paciencia Júpiter y procura calmarte, si sigues desarrollando tanta fuerza, tu mismo podrías asustar a los dos bebes y eso sería peor.


Tienes razón Morgano, pongo toda mi esperanza en vosotros! Por favor traedlos a casa, lo más pronto posible.


Morgano y Zoe levantaron el vuelo, con los ojos bien abiertos, decididos a dar con el paradero de los pequeños pececitos.


Zoe pensativa, aleteaba un poco nerviosa y Morgano intrigado le pregunto:

Te encuentras bien Zoe?

Creo que si Morgano, pero....

Te conozco Zoe!

Seguro que no te ha venido una idea en mente??

si, si, pero......

Anda cuéntame, no guardes todo en el hueco de tus alas!!

Mira por aquí cerca, esta la desembocadura de un río muy grande y pensado que tal vez.....

Tienes razón Zoe!!

Pero que inteligente eres!!

Mira yo....

Si, si eres muy lista!!

-5-


Seguramente que se habrán perdido en los caudales del río.

Es exactamente en lo que yo pensaba . Aci me dijo que hace unos días encontró muchas sardinas en este río.


Morgano y Zoe volando con suma atención aguzaban la mirada pero no percibían a nadie.


Llegados a una catarata, oyeron una voz conocida. Ello les hizo detenerse, y, con cautela se acercaron poquito a poco.


No por favor, osito, no le hagas daño! Suéltala y cogeme a mi, que soy mucho mas sabroso!!

No te arrepentirás, te lo juro!!

De acuerdo! Tu.... Lo has querido....

Pero..... sabes que??

El pececito lo miraba temblando.

Tienes dos colores que me gustan mucho....

El rojo del amor y el gris de la sabiduría.

Además, eres todo un caballero!!

Y un oso como yo, nunca jamás se comerá a un caballero!!


La princesa que temblaba como una ala de mariposa se lo agradeció y le dijo....

Mira osito, soy la hija de Júpiter, el Dios de todos los mares y mi padre sin duda alguna, te recompensará por esta bella acción.


Pero entonces que hacéis aquí tan lejos? Pregunto el osito.


Estábamos jugando y nos tragó una ballena. Después le hicimos cosquillas y ella nos lanzó muy fuerte por su chimenea y nos perdimos.


Vaya, esto es una verdadera catástrofe, se exclamaron Morgano y Zoe apareciendo por encima de la catarata.

Que buena sorpresa! Dijo el osito, que no era otro que nuestro amigo El Visor Mágico.


Morgano tomo la dirección de los acontecimientos y pregunto al río(Os acordáis del nombre del río) Seguro que si.


Aci tu podrías empujar de nuevo los dos pececitos hasta la desembocadura!


Seguro Morgano. No te preocupes, ahora mismo lo hago.


Nosotros continuo Zoe, avisaremos (a) Júpiter, para que mande su guardia privada a recogerlo, en cuanto lleguen.


Los dos pececitos se despidieron del Visor Mágico, prometiendo que nunca lo olvidarían.


En cuanto los pececitos fueron recogidos y llevados por la guardia real al palacio, Júpiter calmo

-6-


inmediatamente la tormenta que el había levantado y así paz y armonía se instalaron de nuevo en el reino.


Al día siguiente, como la princesita contó a sus padres, con sumo detalle, todo lo que hizo el pececito rojo y gris para protegerla, los monarcas decidieron bautizarlos al mismo tiempo.


La fiesta fue inolvidable. Todos los habitantes del océano acudieron a ella, incluso el Osito, al cual Júpiter le regaló veinte salmones bien fresquitos.


A la princesita le pusieron el nombre de Blanco Destello y el pececito rojo y gris fue nombrado el Pez Caballero.



By le mam /Noviembre 2013 (mercie mam)



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